Génesis 35:1 Y dijo Dios a Jacob: Levántate, sube a Betel, y está allí: y haz allí altar al Dios, que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú.
2 Entonces Jacob dijo a su familia, y a todos los que estaban con él: Quitád los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudád vuestros vestidos:
3 Y levantémonos, y subamos a Betel: y allí haré altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha sido conmigo en el camino que he andado.
4 Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en su poder, y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de un alcornoque, que estaba en Siquem.
5 Y partiéronse; y el terror de Dios fue sobre las ciudades que estaban en sus alrededores, y no siguieron tras los hijos de Jacob.
6 Y vino Jacob a Luza, que era en tierra de Canaán, esta es Betel; él y todo el pueblo que con él estaba.
7 Y edificó allí altar, y llamó al lugar, Elbetel; porque allí le había aparecido Dios cuando huía de su hermano.
V.1 – El camino a la restauración de comunión para con Dios requiere que:
- se levante de donde esté,
- vuelva a donde dejó al SEÑOR, y
- >>quédate allí<<.
Después se puede hacer el altar de sacrificio a Dios (Rom. 12:1-2; Lucas 9:23). También revela que los tiempos de nuestra mejor comunión para con Dios son los tiempos más bajos y difíciles de la vida; no tiene que ser así, pero siendo seres humanos casi siempre es así (v. 3).
V.2 – Hubo corrupción dentro de la casa de Jacob por su falta de comunión para con Dios. Lo que empezó con su mujer hurtando los dioses de su padre (Gén. 31:19) resultó en que toda la casa se dió a la idolatría. Los pasos de la purificación siguieron así:
- quitar los dioses ajenos (Col. 3:5),
- limpiarse del pecado,
- vestirse de nuevo con el hombre nuevo (Efe. 4:24).
De otro modo no habrá restauración de comunión para con Dios.
V.5 – Aunque sus hijos habían pecado en engañar y matar a la ciudad en Génesis 34, y por eso temía Jacob de que las ciudades alrededor le iban a amenazar, mientras anduvo en la voluntad de Dios y en el poder de Dios, no hubo ningún enemigo que le podía afrontar. Una vez que obedezcamos al mandato de Dios y andemos en el Espíritu de Dios, no hay ninguna fuerza en todo el universo mundo que nos puede impedir.
V.7 – Debido a su crecimiento espiritual no más miró a lugares y personas como al principio (Gén. 28:17), sino al >>Dios<< de la Casa de Dios (Elbetel; El = Dios, bet = casa). Una vez que maduramos no más miramos a los hombres, buenos que sean, sino al Dios que los llamó a Su servicio. No más nos importa lugares y acontecimientos y personas, y pongamos toda nuestra atención al SEÑOR en vez de las otras cosas.